miércoles, 3 de febrero de 2010

Alcances y limites de la Politica exterior

Este apunte fue tomado del libro: Alcances y limites de la política de México
Autor: Ojeda Mario
edit. Colmex Año. 2006

Contenido

CAPITULO I 1

MÉXICO Y LA POLÍTICA EXTERIOR NORTEAMERICANA EN EL HEMISFERIO.. 1

MÉXICO Y LA POLÍTICA EXTERIOR ECONÓMICA DE LOS ESTADOS UNIDOS.. 3

FUNDAMENTOS Y CONDICIONANTES POLÍTICOS DE LA POSICIÓN INTERNACIONAL DE MÉXICO 3

INTERÉS NACIONAL Y POLÍTICA EXTERIOR.. 3

La dependencia externa: análisis comparativo.. 3

El comercio exterior. 3

La inversión extranjera directa. 3

El financiamiento externo. 3

BALANZA GENERAL. 3

México y la ayuda económica concesional de los estados unidos.. 3

Debilitamiento de las bases económicas de la política exterior mexicana 3

La crisis de la estrategia de desarrollo.. 3

el creciente endeudamiento externo y el debilitamiento en cuenta corriente de la balanza de pagos.. 3

EL AUMENTO DE LA COMPETENCIA EXTERNA DE LA REGIÓN FRONTERIZA.. 3

EL RÉGIMEN DE ECHEVERRÍA Y LA NUEVA POLÍTICA EXTERIOR. 3

La situación interna de México en 1970. 3

CAPITULO I

Para 1964, sin embargo, se decidió frenar la intensidad de esta última campaña propagandística, pues se había llegado a la conclusión de que se estaba “sobreviniendo” la imagen de la Alianza para el Progreso y que en consecuencia se habían creado expectativas muy por encima de lo que realmente los programas de esta podían cumplir.

La ley norteamericana de Seguridad Mutua de 1951, definía los objetivos de la defensa continental: proteger las fuentes de materias estratégicas y las vías de acceso a estas; mantener a la región en posición de defenderse contra pequeños ataques aéreos y submarinos desde el exterior y reducir el esfuerzo de las fuerzas armadas de los Estados Unidos en cuanto a la defensa de la región.

Se creo un programa de ayuda económica para América Latina, que fue lo que vino a constituir propiamente la Alianza para el Progreso. El objetivo declarado de este programa era ayudar a acelerar el desarrollo económico de estos países con el fin de crear una estructura social capaz de resistir los embates de la propaganda revolucionaria.

Otro objetivo obvio, era el de crear un incentivo económico para que los gobiernos del área otorgaran su colaboración decidida a la política de condena y aislamiento del nuevo gobierno revolucionario de cuba.

Con anterioridad al triunfo de la revolución cubana se había venido escuchando en los foros interamericanos la queja cada vez mas insistente por parte de América Latina de que la región se había convertido en el “área descuidada” de la política de ayuda de los Estados Unidos.

La Alianza para el Progreso (Alpro) buscó reparar rápidamente “descuido” cometido hasta entonces, y en los años siguientes en su establecimiento se otorgaron a la región sumas importantes en forma de ayuda, que si bien resultaron bajas conforme a la expectativas creadas al calor original del programa, ciertamente estaba muy por encima de lo recibido hasta entonces.

MÉXICO Y LA POLÍTICA EXTERIOR NORTEAMERICANA EN EL HEMISFERIO

La América Latina, tomada en su conjunto, subordino su política exterior a la de los Estados unidos durante el periodo de la guerra fría. Excepciones a esta tendencia general fueron, en lapsos distintos y con matices de autonomía, los gobiernos de Perón y Frondizi en la Argentina; los de Quadros y Goulart en Brasil; los regímenes revolucionarios de Arévalo y Arbenz en Guatemala; el de Allende en Chile y el de Velasco Alvarado en Perú. Cuba constituyo en sí misma la completa excepción a partir de 1959.

América Latina fue, en consecuencia, uno de los más fieles aliados de los Estados Unidos en la guerra fría.

Sin embargo, más importante aún fue el apoyo brindado a los Estados Unidos en asuntos políticos de carácter interno de los propios países latinoamericanos. Con la llegada de la guerra fría al continente, debido a la instauración de un régimen en Cuba y el apoyo de ésta a causas revolucionarias, los gobiernos latinoamericanos se constituyeron en los baluartes de la pax americana dentro de sus propios países.

México no fue ajeno a la influencia hegemónica norteamericana.

México no pudo -o querido- escapar al aprisionamiento que le marcaba el sistema interamericano, pues es verdad que redujo también su actuación internacional fundamentalmente el ámbito continental.

El caso comúnmente citado para demostrar esta mayor independencia relativa de México es el de que fue el único país del área que mantuvo relaciones con Cuba socialista ininterrumpidamente aun en contra de la resolución adoptada por los países miembros de la OEA en 1964.

Ante todo, México se caracterizó por haber seguido su propia intervención de soberanía. En este sentido podría decirse que México se ha apegado a una postura muy cercana a la doctrina de la plena soberanía. Pareciera lógico suponer que las demás naciones latinoamericanas defendieron con el mismo empeño este principio. Sin embargo, no fue así, debido a que el advenimiento de la guerra fría y el temor de la subversión interna con ayuda del exterior trajo la necesidad para varios gobiernos de revisar las interpretaciones existentes de dicho principio y de aceptar la tesis de la “soberanía limitada” y en consecuencia justificar actos de intervención unilateral y colectiva de la gran potencia.

La “responsabilidad colectiva” quería decir que los Estados Unidos renunciaban a la intervención unilateral a cambio de la intervención conjunta.

Las discrepancias se evidenciaron durante la Reunión de Caracas de 1954, convocada para legitimar una acción en contra del gobierno guatemalteco de Jacobo Arbenz, pero se hicieron, más patentes con posterioridad.

La doctrina de la soberanía limitada no quedo completamente explícita sino hasta la intervención en la República Dominicana en 1965.

Se fundaba en el argumento de que debido a que el conflicto político internacional era en gran parte el choque de dos grandes sistemas político-económicos, que dividían al mundo en dos campos rivales.

La mayor parte de los países latinoamericanos suscribieron la doctrina de la soberanía limitada, al menos implícitamente, al apoyar las resoluciones condenatorias de los gobiernos de Guatemala en 1954 y de Cuba en 1962 y 1964.

Desde 1948 en Bogotá, durante la discusión misma de la Carta de la OEA, México encabezo al grupo de países partidarios de concederle al organismo solamente facultades limitadas y su influencia fue importante para prevenir el establecimiento de un consejo de defensa interamericana. Sin embargo, la realidad es que la OEA se encauzó hacia una política anticomunista bajo el liderazgo de los Estados Unidos y con el apoyo mayoritario de los gobiernos latinoamericanos. El Tratado de Río constituyo de hecho un pacto de defensa hemisférica dirigido específicamente en contra de una agresión soviética o del “comunismo internacional”.

En 1954, en Caracas, México se opuso junto con Argentina a la resolución condenatoria del gobierno guatemalteco Arbenz, resolución que sentó las bases para justificar políticamente la posterior intervención en dicho país. En 1960, en San José, Costa Rica, durante la séptima Reunión de San José, la cual fue interpretada como una victoria de la línea no intervencionista, pues convocada para sancionar al gobierno de Castro, la reunión obtuvo una simple condena en abstracto de la agresión exterior, y un llamado a la solidaridad continental, sin referencia directa al gobierno cubano.

Para 1962, en Punta del Este, Uruguay, en la Octava Reunión de Consulta, convocada para considerar las “amenazas a la paz continental y determinar las medidas necesarias”, en obvia referencia a Cuba, México siguió si línea tradicional.

En ocasión de la llamada “crisis de proyectiles” de octubre de 1962, cuando los Estados Unidos, sintiendo muy de cerca la presencia soviética, presionaron con fuerza inusitada a los países latinoamericanos, el Consejo de la OEA aprobó por unanimidad una resolución apoyando medidas que aseguraran el retiro de los proyectiles soviéticos de Cuba, “incluyendo el uso de la fuerza armada”.

Políticamente México, Brasil y Bolivia agrietaron de hecho el frente hemisférico, puesto que si bien aprobaban con su voto el bloqueo naval a la isla, por otra parte se oponían a que esto pudiera ser usado como pretexto para invadirla. En otras palabras, el voto significaba que los tres países se oponían a la conversión de Cuba en base militar de una potencia extracontinental, pero al mismo tiempo se oponían a la intervención en los asuntos internos de una república americana, o sea, que la crisis pudiera ser usada como pretexto para una acción “definitiva” en contra de la Revolución cubana.

En 1964, en Washington, vino la prueba de fuego para la posición no intervencionista de México. La Novena Reunión de Consulta aprobó una resolución en el sentido de que todos los países miembros de la OEA deberían romper relaciones con Cuba.

A nadie sorprendió que para la Decima Reunión de Consulta de 1965, celebrada en Washington con motivo de la crisis política de la República Dominicana, México votara en contra de la creación de la fuerza interamericana de paz y aun produjera un proyecto de resolución para la salida de la fuerza expedicionaria de los Estados Unidos.

Las sanciones, que fueron las primeras en imponerse a un Estado miembro de la OEA, consistieron en el rompimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales, que para la República Dominicana significaron, fundamentalmente, la cancelación de su cuota de exportación de azúcar a los Estados Unidos.

MÉXICO Y LA POLÍTICA EXTERIOR ECONÓMICA DE LOS ESTADOS UNIDOS

En materia de política exterior económica, México ha seguido también criterios propios que con frecuencia han chocado con los interese y puntos de la contrapartida de EE.UU.

El tratado Trilateral de Libre Comercio (TTLC) no es simplemente la abolición o eliminación de tarifas arancelarias, sino que va más allá de una simple integración comercial de nuestro país con Estados Unidos y Canadá. Varias de estas formas de integración económica son: la creación de un área o zona de libre comercio, establecer una unión aduanera, un mercado común, una unión económica o una integración económica total.

En el caso de México con Estados Unidos, no se puede afirmar que esté dando una integración económica total, porque esta presupone, unificación de políticas monetarias, fiscal, social y anticíclica entre otros factores también importantes. Pero lo que sí se puede adelantar es que al menos estamos iniciandouna silenciosa marcha de integración económica al bloque de América del Norte, pero particularmente a la economía norteamericana.

Este proceso de integración de nuestra economía a la economía norteamericana, tiene su explicación en el hecho, que nuestro país no es ajeno al proceso de articulación e integración de los mercados nacionales, al contrario la política de ajuste macroeconómico y de cambio estructural aplicada durante 1982-1988, está inmersa en las mutaciones que se están desarrollando en la economía mundial, basta recordar que donde más énfasis hubo en la nueva estrategia de desarrollo fue en impulsar el cambio estructural en el sector externo, siendo uno de los ejes de la nueva política económica.

Con la crisis económica de 1982, se evidenciaron no solamente los problemas estructurales que había venido acumulando el modelo de desarrollo hasta entonces aplicado, sino que también se manifestaron las potencialidades de los conflictos sociales. Siendo estos factores internos y la influencia de los cambios estructurales en la economía mundial, los que determinaron que el nuevo grupo gobernante en México optara de acuerdo a su concepción teórica, por el diseño y aplicación de un nuevo modelo de desarrollo.

A partir de 1983 nuestro país inicia un proceso de transición de una política proteccionista de importaciones a una política de liberalización comercial, por ejemplo en 1982 todas las importaciones eran sujetas a un permiso previo y existían 16 tasas impositivas de 0 a 100% y precios oficiales para valor unas 1,350 fracciones arancelarias, pero al finalizar 1988, el 96% de esas fracciones estaban exentas de permiso, reduciéndose a siete los niveles impositivos y a menos de 40 fracciones las sujetas a precios oficiales. Cuando México se adhirió al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés)en 1986, fue más allá de lo que estipula este organismo en cuanto apertura comercial, ya que el GATT exige que la tasa promedio de impuesto a la importación no rebase el 30% y México impuso una tasa de 9.78%.

La reforma económica de Clinton plantea una transformación de la economía norteamericana y con ésta se busca superar la grave situación por la que atraviesa este país, producto de la obsesión de la ortodoxia neoliberal, en aplicar una política económica que generó un elevado desempleo, deterioro salarial, empobrecimiento de amplios sectores de la sociedad norteamericana, aunado a un deterioro de la infraestructura, baja productividad, rezago en la educación y sobre todo se gestó la peor crisis fiscal de toda la historia económica de este país.

Pero la posibilidad del éxito del programa económico de Clinton, no sólo depende de factores internos, sino también de los externos, recuérdese que se está configurando una nueva división internacional del trabajo, donde el signo de ésta, será la globalización de la economía y la formación de bloques económicos regionales.

El nuevo rumbo de la política económica que plantea Clinton abandona la línea neoliberal que predominó en las estrategias económicas que se aplicaron en América Latina, pues la reestructuración estadounidense asume el compromiso de reducir los costos sociales del ajuste.

Otro aspecto relevante de este programa es que busca ajustar los desequilibrios, sin disminuir la demanda ni ocasionar recesión, al contrario, el programa es expansivo en cuanto al crecimiento económico.

FUNDAMENTOS Y CONDICIONANTES POLÍTICOS DE LA POSICIÓN INTERNACIONAL DE MÉXICO

Como observamos anteriormente, la apertura comercial en México ha sido radical, unilateral y casi completa, "sin precedente en esos tres términos en la historia reciente del mundo".2 Pero, lejos de lograr sus objetivos esta política, ha conseguido: Una concentración de las exportaciones, subordinando nuestra economía a la norteamericana, además no se logró integrar la industria mexicana y sólo se ha beneficiado a las empresas con capacidad exportadora (nacionales y trasnacionales), fortaleciendo a las empresas trasnacionales que comandan al sector exportador. Por otra parte, a partir de 1983 a cambio de un ingreso extraordinario que es irrepetible, el Estado mexicano ha estado vendiendo empresas que significan que el Estado vaya perdiendo el control directo de áreas estratégicas de mayor trascendencia para el futuro de nuestro país.

Con el TTLC se abrirán las puertas a empresarios de las grande naciones industrializadas y las compañías nacionales tendrán que competir con estas empresas que tienen un financiamiento foráneo barato, ya que la banca internacional dará preferencia a sus connacionales. También se piensa que con el TTLC, México tendrá acceso a mejores tecnologías, pero se olvida que el mercado de tecnología no se comporta con reglas de un mercado de libre competencia, sino por el contrario, en su interior operan reglas de un mercado oligopólico. Otra consideración es que el gobierno enfrentará una fuerte presión de los empresarios, tanto nacionales como extranjeros, para que modifique la ley laboral de México, ya que ésta rebasa a la norteamericana, en lo referente a participación de utilidades, el tiempo extra, la liquidación de personal y derechos de huelga. Pues bajo el argumento que tengamos estructuras competitivas, se quiere dar marcha atrás a las conquistas laborales en nuestro país, y en ese sentido el tratado traerá pocos beneficios para los trabajadores mexicanos, tanto los del campo como los del sector industrial. También debe recordarse que aunque con el tratado llegaran nuevas inversiones extranjeras, éstas podrían no ser suficientes para absorber el desempleo que se originara en la pequeña y mediana industria que quiebre, ante la ofensiva de las grandes empresas trasnacionales.

El principal argumento de los negociadores mexicanos es que, con el Tratado se garantizara el acceso al mercado estadounidense de productos manufacturados y materias primas mexicanas, pero es necesario señalar que este argumento también fue manejado por Canadá para negociar el ALCEUC (Acuerdo de Libre Comercio de Estados Unidos-Canadá) y esto quiere decir, que el Tratado no será suficiente para asegurar el acceso de nuestros productos a los mercados septentrionales, pues ahora Canadá, al igual que México, busca acrecentar su participación en el mercado estadounidense y considero que este elemento se ha visto con ligereza.

INTERÉS NACIONAL Y POLÍTICA EXTERIOR

Cuando intentamos reflexionar sobre un modelo de política exterior o una determinada modalidad de inserción en el mundo, necesariamente hay que formularse otras preguntas, cuya pertinencia es previa a toda elaboración programática y estratégica.
En primer lugar, hay un trasfondo vital y permanente, que puede ser comprendido en términos de memoria histórica que está presente, constantemente, en cualquier tipo de expresión potencial o real de una decisión en materia de política exterior. En este sentido, presuponemos dos instancias reales de organización y construcción concreta y simbólica.

Por un lado, la identidad nacional, que es el conjunto de experiencias político-sociales acumuladas a lo largo de la historia de un país. En efecto, esa dinámica histórico-social se reconstruye permanentemente ante cada instancia de decisión en la que está involucrado el futuro de la Nación en términos de un conjunto de dimensiones que, invariablemente, cruzan los ejes internos y externos que condicionan las interacciones y vinculaciones del país en el quehacer mismo de la creación, generación, formulación e implementación de la política exterior. En ese camino incesante, el sustrato sustancial de una identidad nacional definida en clave abierta, plural y democrática, está presente, implícita o explícitamente, en el juego dialéctico de la política exterior.

Por otro lado, la comunidad, entendida como el conjunto de hombres y mujeres unidos por los mismos valores, creencias e intereses. El sentido de vinculación está atravesado por una impronta incluyente , en la que todos los miembros de esa agrupación humana se sienten y forman parte de una experiencia de vinculación que, en este caso, se traduce en el plano de la política exterior de un país que se reproduce incesantemente en una miríada de intercambios, interrelaciones y reconocimientos mutuos, que implican la generación de resultantes de la acción política concreta, en un proceso que no se detiene y que es constitutivo de la propia capacidad humana de Ser y Hacer. Piénsese, en este caso, en la Integración como proceso multidimensional y multicausal, que tiene muchas más implicancias que las orientadas a su vinculación tradicional con los hechos económicos y financieros, y que, de hecho, es la expresión misma de una política exterior entendida como incesante construcción de comunidad incluyente, con dimensiones de acción política interna y externa, y con espacios de creación de soberanía compartida, desde una óptica comprehensiva y vivencial de Integración política-institucional, económico-social, histórica-cultural y antropológica-sociológica.

Entonces, ese sustrato básico, identidad-comunidad, cuando es portador de la idea de proyecto puede, en efecto, “proyectarse” en un plano interno, por un lado y en otro externo. Es en este último ámbito donde vemos concretada la idea de política exterior como el conjunto de herramientas, recursos, opciones y conocimientos que expresan esa comunidad de valores y creencias- fundantes de identidad-, y que tienen como meta y/o propósito fundamental elaborar estrategias y programas que permitan defender e incrementar, a escala regional e internacional, nuestros intereses nacionales.

Justamente, es en este punto donde llegamos a la posibilidad real, concreta, de elaborar una respuesta inicial a la pregunta que esbozábamos en el título: por qué y para qué una política exterior nacional.
Habiendo logrado, entonces, identificar estos factores que caracterizamos como prioritarios para abordar la cuestión de fondo, estamos en condiciones de comenzar a pensar los fundamentos básicos que una política exterior nacional debería tener y expresar en el orden político y social regional e internacional.

Un primer punto que hay que remarcar es que, en el actual escenario internacional, la planificación e instrumentación de una política exterior coherente y atenta a la defensa de nuestros intereses nacionales, tiene que incorporar la complejidad de visiones, percepciones e intereses que están en juego en la interacción política permanente entre los diversos actores en la propia realidad política nacional. Esto es, nosotros creemos que hay una multiplicidad de organizaciones, desde partidos políticos hasta grupos de presión -pasando por las así llamadas organizaciones no gubernamentales, empresariales, sindicales, eclesiásticas, militares, etc.-, que juegan un rol a la hora de definir la pertinencia de un enfoque en un plano determinado de la política exterior de un país. Esto parece una verdad de Perogrullo, algo obvio, pero hay que expresarlo a fin de que nos despojemos de la idea siempre presente de que las decisiones en política exterior son elaboradas por un conjunto de “notables” que no tienen ningún tipo de vinculación con sus propias burocracias, con los intereses de grupos o sectores o con determinadas cosmovisiones del mundo, todos estos elementos que actúan como verdaderos catalizadores de las decisiones en materia de política exterior.

Ciertamente, las weltanschauungen construidas desde el altar de las teorizaciones dominantes en los esquemas de diagnóstico y estudio de la política exterior, cargan con una pesada herencia tanto metodológica como formativa, en la que se reproduce, sin solución de continuidad, una abstracción de tipo lógico-axiomática, en sí misma modélica y autosuficiente, que no registra la complejidad de las resultantes incesantes del juego de intereses, presiones, percepciones y valoraciones axiológicas y apriorísticas, que desempeñan un rol preponderante a la hora de tomar una decisión en materia de política exterior. En tal sentido, compartimos las ideas de Varsavsky, cuando afirma que “...un uso de los modelos es el que consiste en extraer conclusiones por analogía: cualquier cosa que el modelo sugiera o implique puede- a veces debe- tener su análogo en el sistema por él representado. En particular, se pretende que sirvan como instrumento de decisión, y a veces de predicción cuantitativa.” En efecto, deberíamos preguntarnos, entonces, si la política exterior puede ser concebida en términos lógico-matemáticos modelizados a fin de ser aplicados, posteriormente, a la dinámica y compleja realidad, o si, por el contrario, podemos intentar comprender los múltiples desafíos que esa dinámica real impone, a fin de poder obtener una resultante en términos de propuesta política integral, que nos permita resolver la dilemática siempre presente en la correcta definición del interés nacional como guía para la política exterior de nuestro país. Por ende, decidir en clave apriorística- ya sea desde una concepción principista e idealista o desde una visión pragmática y material- nos puede conducir a un verdadero callejón sin salida.

En tal sentido, pienso en una reciente reflexión de nuestro Canciller, Rafael Bielsa, quién, al expresar sus fundamentos en relación al proyecto de Tratado de Libre Comercio Americano (ALCA), afirmaba que “Se trata de mejorar sustancialmente el acceso a los mercados del hemisferio para los productos de la oferta exportable argentina... En la visión de la Argentina, posición que el Gobierno ha mantenido con el Mercosur y en todos los foros internacionales, el ALCA deberá conducir, cuando se concrete, a un mejor acceso para la producción agrícola, industrial y de servicios... El mundo ha cambiado, los países también, al igual que las premisas que dominaban la economía global hace una década. Pero esta realidad no debería impedir un acuerdo equilibrado con mejoras sustantivas en los puntos de interés para nuestro país y nuestro bloque... Es probable que nos encontremos en una etapa refractiva del ALCA, pero el fenómeno sigue constituyendo el desafío de esta hora. Un desafío siempre incluye riesgos y una fuerte incertidumbre sobre el resultado final.”

Ciertamente, estaríamos ante una posición claramente pragmática, expresada en el lenguaje más desnudo y menos formal posible, aunque, en rigor de verdad, la visión que se tiene sobre las negociaciones comerciales multilaterales, el escenario en que las mismas se desarrollan, la complejidad de temáticas que ellas abordan y que- de ser mal negociadas por nuestro país- puede llevarnos a nuevos compromisos ruinosos para nuestro interés nacional expresado en nuestro patrimonio económico-social permanente, no parece percatarse de un hecho no menor en cualquier instancia de negociación internacional: nunca hay objetivos unívocos a perseguir y defender en una negociación comercial; hay, de hecho, jerarquía entre objetivos y medios más adecuados para llegar a su concreción, pero, la obtención de mayores mercados y más ventajas para nuestros exportadores, nos dice mucho sobre la posibilidad de colocar competitivamente nuestra oferta exportable de productos, pero: ¿ nos dice algo en relación a los issues más preocupantes de la agenda ALCA?. Es decir, respecto a patentes, propiedad intelectual, comercio de servicios, medidas antidumping, garantías recíprocas de inversiones, subsidios directos e indirectos, por referir aquellas temáticas que no implican directamente las vinculaciones comerciales entre paìses, sino que, en realidad, abordan aspectos que son gravosos para la propia soberanía económica, comercial y financiera del país.

La dependencia externa: análisis comparativo

El comercio exterior

A primera vista, el comercio exterior no parece tener gran importancia para México. Desde un punto de vista meramente cuantitativo su participación en el PNB no es muy alta. Más todavía: se advierte que durante el periodo en consideración hubo un ligero descenso en la participación del comercio exterior en el PNB.

Cualitativamente, sin embargo, el comercio exterior es de gran importancia para el país. Esto se debe al hecho de que el renglón de importaciones se compone principalmente de maquinaria, equipo y materias primas para industria, con un remanente poco significativo de bienes de consumo. La industria se ha convertido en el sector más dinámico de la economía y el de participación más elevada en la composición del PNB.

México y los demás países latinoamericanos de mayor desarrollo relativo, que han basado su industrialización en una política de substitución de importaciones de bienes de consumo duradero, resultan curiosamente más vulnerables a las fluctuaciones del mercado mundial que los no industrializados, al menos teóricamente. Esto es una función de que las importaciones de los países no industrializados se componen en medida importante de bienes de consumo.

Respecto al número de productos que se componen su comercio de exportación, México se ha visto frente a una situación más desahogada que el resto de América Latina.

Durante los últimos decenios México ha venido reduciendo en forma constante de dependencia de su comercio exterior respecto del mercado de los Estados unidos, que llego a ser, por virtud de la segunda guerra mundial, notablemente alta.

También en 1969 se interrumpe bruscamente esta tendencia y que incluso retrocede a niveles de años previos, aun cuando vuelve a tomar su curso en 1972 y se interrumpe una vez más en 1974.

La inversión extranjera directa

Por lo que a inversión extranjera se refiere, en el caso de México se observa, por principio de cuentas, el hecho de que ésta ha tenido un crecimiento extraordinario. El valor en libros de la inversión extranjera directa pasó de alrededor de 1000 millones de dólares en 1960 a aproximadamente 1700 millones en 1965 y 2500 en 1968. Esto es, creció durante este periodo a una tasa anual promedio del 80%. Del total de la inversión extranjera, más 80% era norteamericana.

Sin embargo, comparando a México con el resto de los países latinoamericanos, la parte proporcional que le correspondía del total de la inversión norteamericana en el área no era más altas. Se puede argumentar que Venezuela es y ha sido siempre un caso especial debido al petróleo. Sin embargo, otros países, como por ejemplo Colombia, Chile y Perú, que aun en su conjunto son demográficamente más pequeños que México, absorben colectivamente el 18% de la inversión norteamericana. México quedaba a la par que Brasil y por encima de argentina.

Pero si cuantitativamente el peso de la inversión norteamericana en la economía de México no parece ser tan importante dad la magnitud del PNB, cualitativamente sí lo es, pues la mayor parte de ella se concentra en algunos de los sectores más dinámicos de la economía, como la industria de manufactura y el turismo.

Para 1965, por ejemplo, el 65% de la inversión norteamericana se concentraba en la industria manufacturera.

Pero por otra parte, dentro de la industria misma, el papel de la inversión extranjera es de gran importancia, puesto que ha tenido a concentrarse en aquellas ramas de mayor significación económica y tecnológica. Ya desde 1965 era clara esta situación.

El financiamiento externo

En cuanto al grado de endeudamiento externo, es de notar que México es uno de los países del área que en términos absolutos ha absorbido un volumen mayor de préstamos del exterior.

México ocupaba ya, en 1965, el segundo lugar de América Latina por el monto de su deuda pública externa con 2114 millones de dólares, después de Brasil, cuyas obligaciones crediticias con el exterior ascendían a 2983 millones de dólares.

La capacidad de endeudamiento exterior depende a su vez no del volumen del PNB, sino de la capacidad de cada país para generar ingresos del exterior. Se hace necesario, a efecto de tener una visión más precisa de lo que significa en concreto la carga de la deuda exterior, ver qué tanto por ciento de los ingresos brutos de cuenta corriente distraen México y los otros países latinoamericanos para el servicio de la misma.

Para 1966 México había llegado ya a un punto de crecimiento de su deuda externa en que tenía que distraer el 25.5% de sus ingresos de cuenta corriente para el servicio de ella.

En este aspecto era superado también solamente por Brasil, que ocupaba el 30.4% de dichos ingresos en el servicio de la deuda. Venezuela resultaba la menos agobiada por la carga de la deuda, al ocupar solamente el 0.8% de sus ingresos de cuenta corriente para servirla.

México, debido principalmente a su estabilidad monetaria, ha obtenido una alta solvencia en los medios financieros internacionales, hecho que le ha permitido a su vez ampliar las fuentes de sus préstamos en las instituciones privadas extranjeras y aun colocar, con relativa facilidad, bonos nacionales en los mercados de capital norteamericano y europeo.

Otros países, por su parte, han dependiendo fundamentalmente de los bancos internacionales públicos.

En 1964, el 49.3% de los financiamientos externos obtenidos con intervención de la Nacional Financiera tenían como origen los Estados unidos. Para 1970 la participación relativa de éstos había descendido a 31.3%. Al mismo tiempo la participación de los organismos internacionales aumentó de un 24.4% a un 40.8%.

Finalmente, en cuanto a deuda exterior se refiere, es importante hacer notar que México ha canalizado la mayor parte de estos préstamos del exterior a proyectos de inversión.

Otros países, en contraste, se han visto forzados a recurrir al financiamiento externo o a la ayuda concesional.

BALANZA GENERAL

México no sale muy bien librado en su balance comparativo en cuanto al grado de dependencia externa que ha acusado en términos generales. Sin embargo, tampoco se podría decir que su situación ha sido de las más vulnerables.

En materia de comercio exterior si bien México ha presentado una diversificación relativa mayor de sus productos de exportación.

A primera vista la situación de México en relación con las inversiones extranjeras ha sido relativamente desahogada, dado que su monto en relación con el tamaño de la economía resulta bajo en comparación con la media latinoamericana.

Respecto de la deuda pública externa, aunque México ocupaba ya desde 1966 el segundo lugar por el monto de ésta en términos absolutos, hemos visto que en relación con el tamaño de la economía aquélla resultaba en realidad baja en comparación con el común de los otros países.

México y la ayuda económica concesional de los estados unidos

Se ha dejada para el final el examen de la asistencia económica concesional de los Estados Unidos por ser ésta el instrumento por medio del cual la gran potencia ha podido ejercer presión política directamente y con mayor discreción.

Se ha dicho que existe en el fondo muy poca diferencia en cuanto a las ataduras políticas que llevan consigo los programas bilaterales y multilaterales de ayuda.

Por otra parte, los programas bilaterales de ayuda concesional norteamericana requieren la aprobación del congreso de los Estados Unidos y esto se hace sobre la base de revisión anual, además, de que existen requisitos previos que deben ser cumplidos bajo el escrutinio de expertos norteamericanos.

Por el hecho de haber quedado prácticamente fuera de los programas norteamericanos de ayuda concesional, económica y militar, México quedó también libre de la dependencia de expertos de los organismos oficiales militares y para el desarrollo internacional de ese país.

Debilitamiento de las bases económicas de la política exterior mexicana

La crisis de la estrategia de desarrollo

En páginas anteriores observamos cómo a partir de la segunda guerra mundial México ha aplicado una política de desarrollo económico que ha puesto énfasis en la industrialización.

Esta industrialización se ha basado a su vez en una estrategia de substitución de importaciones de bienes duraderos de consumo, hecho de que ha llevado al país a depender en alto grado del comercio exterior, así como del endeudamiento extranjero, pues se ha hecho necesario mantener alta la capacidad para importar la maquinaria y equipo, así como los repuestos y bienes intermedios que requiere la industria nacional para continuar su desarrollo.

También podría afinarse que la política de desarrollo que adoptó el país en los años que siguieron a la segunda guerra mundial engendró un tercer grave problema al haber puesto énfasis en la elevación del ingreso más que en la generación de empleo.

el creciente endeudamiento externo y el debilitamiento en cuenta corriente de la balanza de pagos

Para 1970 llegó a establecerse claramente que el país había llegado a un punto en el cual necesitaba seguir endeudándose a efecto de poder amortizar y pagar los intereses de la antigua deuda. Esto resulta del hecho de que los servicios de la deuda han crecido más de prisa que los ingresos de cuenta corriente.

Durante los anos cuarenta, México importó mercancías por un valor acumulado de 4560 millones de dólares y solamente exportó un total acumulado de 3656 millones.

EL AUMENTO DE LA COMPETENCIA EXTERNA DE LA REGIÓN FRONTERIZA

Por ende, es necesario afirmar que toda aquella política pública externa que tienda a mejorar, fortalecer y consolidar el bienestar integral del Pueblo en su cotidiano vivir, será una política que esté expresando los intereses nacionales, definidos, entonces, como el conjunto de bienes materiales, espirituales, simbólicos y culturales que expresan a una Nación con su propia personalidad internacional de manera clara e indubitable.

Un tercer aspecto a tener en cuenta y que está inexcusablemente ligado a los anteriores, es el proceso de formación de la política exterior, tanto en su formulación, implementación y posterior evaluación. En este ámbito de problemáticas, creemos que es vital tener definido un norte de orientaciones valorativas que nos permitan entender el por qué y el para qué de las decisiones concretas. Esto es así, ya que, por lo menos desde hace tres décadas, nuestro país ha sufrido ajustes y cambios en el proceso de formación de la política exterior que expresaron posiciones de dramática ruptura institucional e ideológica en términos de lo que debería entenderse como una política exterior que tuviera los rasgos de la continuidad y la coherencia como factores estratégicos de orientación permanente.

Por cierto, en este punto es importante destacar que estos cambios no se operaron en el vacío; de hecho, han sido la inevitable consecuencia de opciones tomadas por nuestras dirigencias políticas, económicas y sociales que, además de haber leído muy mal lo que la realidad internacional estaba produciendo en clave de cambios estructurales, han actuado políticamente en función de consolidar un modelo económico excluyente y usurario, que se manifestó, en el plano externo, en la identificación de nuestros intereses y políticas estratégicas con los de los así llamados “Países del Primer Mundo”. Este delirio de grandeza [7] ha tenido, en la actual etapa histórica de nuestra Patria, consecuencias funestas, y se ha expresado en la deliberada y real inexistencia de planificación política externa, ya que todo lo que se asociara públicamente a la defensa de nuestros bienes como comunidad nacional, era tachado de arcaico, premoderno, ilusorio y demagógico.

Por ende, en todo este tiempo y más específicamente desde la así denominada caída del Muro de Berlín, la Argentina- por propia decisión-, adoptó posiciones y ejecutó acciones que vulneraron nuestra identidad soberana como Nación. En efecto, representaron, lisa y llanamente, el interés del capital concentrado nacional y extranjero asociado a las políticas de disciplinamiento y control de los países desarrollados- particularmente los EE.UU.-, en nuestro continente latinoamericano.

En definitiva, el proceso de formación de la política exterior no puede ser analizado separadamente de la propia evolución del proceso político, económico y social y de las opciones estratégicas que las dirigencias imponen en su desarrollo.

Ciertamente, se pueden identificar puntos de vista diversos, enfrentados, contradictorios respecto a un tema como la política exterior que, a pesar de tener una centralidad estratégica crucial en la planificación de una obra integral de gobierno, tradicionalmente se ha visto oscurecida su comprensión para el conjunto del Pueblo, debido, entre otras cosas, a la deliberada ausencia de información, debate y análisis que ha sido propiciada por los mismos que han reducido su difusión a pequeños ámbitos a los que frecuentemente tienen acceso los sectores de poder asociados a privilegios y prebendas.

En este sentido, valga el esfuerzo que se pueda hacer desde este humilde lugar a fin de comenzar a discutir y debatir los grandes temas que serán cruciales para nuestro futuro como COMUNIDAD NACIONAL.

Fundamentalmente, porque somos parte de nuestra Patria, y es en este hermoso aunque conflictivo contexto histórico circunstanciado, el lugar desde el que decimos, tomamos compromisos y ofrecemos nuestro aporte para ayudar a mejorar el Ser y el Hacer de nuestra herida comunidad de argentinos.

EL RÉGIMEN DE ECHEVERRÍA Y LA NUEVA POLÍTICA EXTERIOR.

- Los efectos económicos y sociales del período llamado de desarrollo estabilizador, y las consecuencias políticas, de pérdida de credibilidad en el gobierno, que se generaron por el estallido, desarrollo y, particularmente, por el desenlace del movimiento estudiantil de 1968.

En el plano económico y social, merecen especial atención:

- La desigualdad social que se originó en un muy inequitativo patrón de distribución del ingreso;

- Los desequilibrios sectoriales que produjo una subordinación de los distintos sectores de la economía al crecimiento industrial;

- Los desequilibrios regionales que fueron resultado de la concentración de las actividades industriales y de servicios en los más importantes centros de consumo: El Valle de México, la ciudad de Guadalajara y la de Monterrey;

- El desequilibrio en el sector externo que caminó sobre los pies de una estructura tradicional de las exportaciones enfrentada a unaestructura industrial de las importaciones, abarcadas por el principio del intercambio desigual y el crecimiento desmedido, sin capacidad para afrontar las obligaciones que comportó, del factor compensatorio que se quiso ver en la deuda, tanto externa como interna;

- La creciente dependencia tecnológica que, a través de la construcción de precios entre filiales y matrices, permitió a las empresas trasnacionales desarrollar, especialmente en las ramas manufactureras, un proceso creciente de descapitalización de la economía nacional;

- El estancamiento de la producción rural, especialmente agrícola, por un prolongado proceso de transferencia de capital, hacia el resto de la economía, mediante los mecanismos fiscal, bancario y de precios;

- La debilidad de las finanzas públicas, de las que derivó un déficit fiscal creciente (ingresos públicos menos gastos divididos por el producto interno bruto (PIB), cuyas determinantes fueron: la obsolescencia de la reglamentación fiscal, la evasión -de un buen número de propietarios- en el cumplimiento de sus obligaciones fiscales, las transferencias de recursos que -vía precios- realizaban las empresas públicas hacia las privadas y la carga agobiante de las responsabilidades económicas del Estado, que permitían un crecimiento más acelerado en el gasto que el observable en el ingreso, con el efecto correspondiente en el nivel de endeudamiento;

- La precoz oligopolización de las actividades productivas que, apoyadas en procesos tecnológicos intensivos en el uso del capital, no captaban -ni captan- a la mano de obra que expulsó -por modernización o por atraso- el medio rural, ni a la que se originaba en el crecimiento de la población:

- La conformación de un dualismo productivo que -en el campo y en la ciudad- se expresó a causa de los subsectores moderno y tradicional de la economía, y

- El desarrollo de una auténtica aristocracia financiera ajena a cualquier control oficial, concentradora de grandes recursos económicos y extraordinariamente especuladora. La intermediación financiera fue, de entre el total de los factores productivos, la que más aceleradamente hizo crecer su remuneración en el ingreso nacional, sin que el crédito fuese ofrecido en igualdad de oportunidades para los distintos solicitantes y sin que los montos destinados, para quienes se encontraran fuera de los grupos deliberadamente beneficiados, fuesen suficientes y oportunos. De otro lado, los concesionarios de la banca comercial brindaron especial importancia a las oportunidades de especulación contra el peso que propició un muy bajo tipo de cambio -o sobrevaluación de la moneda nacional- combinado con la falta de control en la compra de divisas.

En el plano político destacaban los siguientes problemas:

- La herencia de encarcelados políticos que, con apoyo en los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal, fueron acusados desde finales de los años cincuenta del delito de disolución social que, durante la segunda guerra mundial, fue incorporado a la legislación mexicana para amedrentar las posibles expresiones germanófilas que resultaban contrarias a la causa de los países aliados, encabezada por los Estados Unidos. En contra de toda lógica, esta reglamentación fue ampliada después de concluida la causa que la originó, durante el gobierno de Miguel Alemán y empleada en contra de los ferrocarrileros y los maestros huelguistas, así como contra algunos críticos del presidente Adolfo López Mateos: en esos casos estuvieron: Demetrio Vallejo, Valentín Campa, Othón Salazar, Filomeno Mata hijo y David Alfaro Siqueiros, entre muchos otros:

- El crecimiento exponencial de presos políticos como resultados de la “solución” de fuerza que se dio al movimiento estudiantil, durante 1968. A estas detenciones se sumó un número importante (aunque existen diversas versiones, se puede confiar en que fue muy cercano al millar) de muertos, cuya mayor cantidad se produjo la tarde del dos de octubre en la plaza de Tlatelolco, en el centro de la ciudad de México;

- La muy desigual representación de la pluralidad política mexicana, entre los partidos políticos con registro -PRI, PAN, PPS y PARM-, que agudizó el hecho de que el Auténtico de la Revolución Mexicana y el Popular Socialista, con una sola excepción en el segundo caso, apoyaron tradicionalmente al Revolucionario Institucional en las elecciones del presidente y gobernadores;

- La falta de vías democráticas para las expresiones de descontento, explicable en el monolitismo político y el ejercicio de la represión, originó estallidos regionales primero, y urbanos después, de acciones directas violentas que amenazaron la estabilidad política del país;

- La más que prolongada gestión de una burocracia sindical que, aunque subordinada históricamente al gobierno, a falta de legitimidad entre los trabajadores, empleaba con frecuencia métodos represivos y de imposición, y

- El rezago tradicional en el cumplimiento de resoluciones presidenciales sobre el agro, dio lugar a una seria inestabilidad rural, cuyas expresiones más alarmante fueron las invasiones de tierras.

Frente a este panorama, la política económica del gobierno de Luis Echeverría se orientó a buscar los siguientes objetivos:

1.- Crecimiento económico con redistribución del ingreso;

2.- Fortalecimiento de las finanzas públicas;

3.- Modernización de la política agrícola;

4.- Racionalización del desarrollo industrial;

5.- Control del sector financiero, y

6.- Reordenamiento de las transacciones internacionales.[1]

En la política, las propuestas se encaminaron a lo que, desde fuera del gobierno, se calificó de apertura democrática:

- Se decidió la liberación, bajo palabra, de los presos políticos del 68. Campa y Vallejo fueron liberados por el gobierno anterior, al desaparecer los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal;

- Se inició una crítica sostenida a la burocracia sindical, al tiempo que se mostró cierta tolerancia hacia la acción directa de los trabajadores ferrocarrileros y atención a las observaciones de los electricistas del STERM, encabezados por Demetrio Vallejo y Rafael Galván, respectivamente;

- En el terreno de la política exterior, los esfuerzos de ese gobierno se centraron en la búsqueda de un mejor pago para las materias primas exportadas por los países del llamado tercer mundo, mediante un peculiar documento denominado Carta de Derechos y Deberes de las Naciones, así como en formas concretas de solidaridad con ciertos gobiernos progresistas, entre los que ocupó lugar relevante, hasta su caída por obra de un golpe militar, el de Salvador Allende en Chile, y

- En el plano de la conformación de su más inmediato equipo de trabajo, el presidente Echeverría dio origen a un importante giro político, por cuanto incorporó a un número considerable de jóvenes profesionistas, hasta aquella fecha desconocidos, desplazando del escenario político a una añeja burocracia profesionalizada y, hasta entonces, representativa de la llamada “familia revolucionaria” mexicana. Sin duda, semejante reforma estuvo ligada al hecho, fundador también de una tradición que sigue operando, consistente en que el nuevo mandatario no ocupó previamente ningún otro cargo de elección popular.

El ambiente internacional, definido en lo fundamental por la conclusión de la Fase A, expansiva, del ciclo Kondratieff en el sistema económico mundial, tenía componentes singulares en la América latina que se alimentaron en buena medida de las teorías autóctonas del desarrollo y, posteriormente, de la dependencia. Este ambiente, con la novedad de un gobierno socialista en Chile y un Pacto Andino que se encaminaba a regular a las inversiones extranjeras, sentó las bases para una de las más importantes medidas del régimen echeverrista, consistente en emitir la Ley para promover la Inversión Mexicana y Regular la Inversión Extranjera, que merece un breve análisis.

Ya se ha hecho mención de la forma en la que, en esta ley, se recogen los elementos fundamentales de la llamada Cláusula Calvo; en este espacio, sin embargo, he juzgado pertinente incluir la comparación que realizó la maestra Ifigenia Martínez Hernández de dicha ley con lo establecido en el Régimen Común de Tratamiento a los Capitales Extranjeros, aprobado por la Comisión del Acuerdo de Cartagena (Pacto Andino). Este pacto estableció un régimen común con base en el Acuerdo de Cartagena, suscrito entre Chile, Perú, Colombia, Bolivia, Ecuador y Venezuela. Los componentes generales de dicho pacto, son:

a) Programación industrial común;

b) Liberación automática y progresiva de aranceles entre los países miembros;

c) Armonización política de los países que lo integran, y

d) Arancel externo común.

La situación interna de México en 1970.

En julio de 1968 estallo en la ciudad de México un movimiento estudiantil que pronto rebaso el marco meramente universitario y capitalismo y que se convirtió en un movimiento político de escala nacional.

Es a mediados de la década de los 70´s cuando México experimenta una crisis provocada por el deterioro del modelo de sustitución de importaciones, que llegó a ser limitado para responder a las circunstancias económicas internacionales.

Para afrontar esta situación, el presidente Luis Echeverría, aplicó reformas para afrontar los estragos de la crisis. Con ellas se pretendió "la disminución del endeudamiento externo y la promoción de las exportaciones, principalmente manufactureras". Sin embargo estas iniciativas no menguaron el disgusto de los empresarios que ejercieron mayor presión sobre el gobierno a medida que pasaba el tiempo, de esta manera comenzaron a sacar sus capitales del país, generando con ello, que la intervención estatal se intensificará sobre la base de préstamos obtenidos en el extranjero iniciando un gran endeudamiento con el exterior.

Tal situación motivó, entre otras cosas, que el salario no sufriera incrementos en los últimos meses, generando declaraciones de huelga en las que se exigía principalmente el incremento salarial. Frente a estos movimientos, la clase empresarial mexicana señalaba que la huelga, era factor que contraía la producción y que promovía la violencia "provocada por grupos sindicales que, llamándose independientes pretenden provocar un desquiciamiento económico general".

En el caso tapatío el incremento pedido por los trabajadores se debía, a que el salario mínimo no había aumentado durante los últimos doce meses por lo que en Jalisco, "la Comisión Regional para la Fijación de Salarios Mínimos acordó por unanimidad el incremento del veintidós por ciento" es decir, el salario aumentó de 58.19 pesos a sólo 70.35 pesos, con los cuales se tenían que comprar productos como el frijol, que por kilo, costaba 5.90 pesos o de jitomate cuyo costo era de 6.95 pesos el kilo.

Pero lo peor no radicaba en el alza de los precios, sino en el creciente número de desempleados que la crisis traía consigo, pues éstos aumentaron el índice del subempleo que alcanzaría sus niveles más altos en la crisis de 1982.

En este caso se mencionarán factores como el desempleo debido a que es considerado un factor criminógeno el cual puede ser "un estímulo endógeno, exógeno, mixto que concurre a la formación del fenómeno criminal". A este elemento se le suman los siguientes:

Factores criminógenos de orden social que son, en orden de importancia:

a) la desorganización familiar

b) la falta de educación

c) el desempleo

d) el alcoholismo

e) la migración campesina a la ciudad

f) la desordenada urbanización de las grandes ciudades.

A los elementos anteriores les añadiría el crecimiento demográfico que ante un desordenado crecimiento provoca situaciones como:

Marginación, contaminación, neurosis colectiva, frustración colectiva, desempleo, deficiencias en los servicios públicos, saturación de vehículos que produce un tránsito insufriblemente lento, falta de oportunidades en la educación superior, falta de opciones recreativas. Y delincuencia en aumento.

Por las repercusiones que tiene un aumento de la población, el gobierno federal, a través del Consejo Nacional de Población, sugirió en esos años que se controle el crecimiento demográfico pues, "los problemas que actualmente enfrenta el país demanda de alimentos, escuelas, hospitales, servicios públicos aumentarán alarmantemente".

Por ello el gobernador de Jalisco, Alberto Orozco Romero señaló que ante el inminente crecimiento de la población jalisciense, la participación de la mujer en el ámbito laboral será primordial.

Las cifras tan preocupantes como las que ahora revelan que por cada persona activa dependen cuatro, plantean como una verdadera exigencia la mayor participación cultural y productiva de la mujer, que está destinada a ser uno de los factores importantes del desarrollo de nuestra Patria. Es el momento para la aplicación de programas que propicien la más efectiva participación de la mujer en todos los órdenes, puesto que habrá de ser el futuro un verdadero y seguro soporte de la vida económica y política de México.

Aunque el reconocimiento de la problemática no frenó el crecimiento de la población, sí fue el momento donde se originan las campañas para la disminución de nacimientos, lo que años más tarde se nombraría con el eslogan de "la familia pequeña vive mejor".

Cabe señalar que en el caso de la ciudad de Guadalajara el incremento comenzó después de los 40´s el cual no se debió del todo a un aumento en la tasa de natalidad, sino a la disminución de los índices de mortandad y también a la influencia que tuvo de manera importante la migración rural.

La migración fue propiciada por la reducida participación del sector primario, "tanto en el empleo como en el valor de la producción, a favor del resto de los sectores", como el industrial.

La consecuencia inmediata de este arribo masivo de personas, fue el crecimiento de la ciudad que comenzó su expansión, durante la década de los 40´s, cuando "el modelo de desarrollo industrial seguido por el país, la lucha revolucionaria y la cristiada, junto con la concentración de poder en Guadalajara, hicieron que ésta empezara a centralizar como nunca el excedente económico de una amplia región".

Mientras el fenómeno demográfico estaba presente en el discurso estatal, la cuestión económica seguía agravándose, a la espera de que el nuevo mandatario mejorara la situación de las cosas. De esta manera en 1976 es electo Presidente de la República el Lic. José López Portillo, a quien le correspondería, gracias al descubrimiento de los yacimientos petroleros, mejorar la situación económica, aunque ese estado sólo durase poco tiempo.

Los grandes cambios del orden internacional.

En los años setenta, estaba claro ya la estructura política bipolar que había caracterizado al orden internacional de la posguerra.

Sin lugar a dudas, uno de los problemas más graves del mundo es el subdesarrollo, ya que la mayoría de los países del mundo están en estas condiciones con un gran crecimiento demográfi co, pobreza extrema, agotamiento de recursos naturales, gran contaminación ambiental y pésima calidad de vida. Por esta razón, existen teorías para explicar el desarrollo y a la vez el subdesarrollo:

• Las teorías capitalistas generales.

• Las teorías sociales con perspectivas históricas y antropológicas.

• Las teorías dependentistas del estructuralismo y neomarxismo.

Sin embargo, ¿qué es un país en subdesarrollo? Es una nación que tiene un nivel de vida relativamente bajo, una base industrial con poco desarrollada y pobre capacitación laboral en su entorno. En países en vías de desarrollo hay un bajo ingreso per capita, pobreza extendida y baja formación de capital con factorestales como desarrollo humano bajo.

En el periodo 1950-1977 se produjeron cambios importantes en la industria latinoamericana que necesariamente infl uyeron en la propia burguesía de esta región, ya que la industrialización sustitutiva siguió un camino desigual y terminó por agotarse en los 60. El desarrollo desigual concentró a la población en las zonas urbanas que se ocuparon en la industria, por lo que el sector agrícola disminuyó su peso en el PIB de un 20% en 1950 a un 15% en 1970. Se viene produciendo en esos años (1950-1977) un proceso de monopolización de la economía unido a la penetración del capital extranjero, en fusión con el capital monopolista nacional y que se expresa también en el desarrollo del capitalismo monopolista del Estado.

Así, las corporaciones transnacionales coexisten con el capital nacional. Estas relaciones tan complejas hacen muy difícil de explicar teóricamente los siguientes fenómenos:

A) La internacionalización de la economía latinoamericana.

B) Las tendencias y lugar de América Latina en la nueva división internacional del trabajo.

C) El comportamiento de América Latina ante la crisis de las relaciones económicas internacionales (crisis monetaria, energética, de materias primas, alimentaría, infl ación).

D) La internacionalización del capitalismo monopolista de Estado y su mecanismo de acción en América Latina.

E) Los efectos de la Revolución Científico Técnica en América Latina.

La nueva política exterior: sus lineamientos generales.

Los modelos de Desarrollo Compartido y Alianza para la Producción se aplicaron en nuestro país de 1970 a 1982, el primero por Luis Echeverría y el segundo por José López Portillo. El periodo comprendido en estos años se caracterizó por un crecimiento económico fugaz, que terminó en severas crisis económicas con graves repercusiones para la población. Además, estos sexenios tuvieron la característica de que nuestro país recurrió a los organismos fi nancieros internacionales para fi nanciar su desarrollo, pues México fue de los principales deudores del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Al fi nal, nuestro país no pudo desarrollarse y quedó con una enorme deuda que aún hoy pesa bastante a nuestra nación.

El avance logrado de este sector social durante el desarrollo estabilizador se vio descompensado durante los gobiernos de Echeverría y López Portillo, motivo por el cual el porcentaje de población por debajo de la línea de pobreza aumentó de 1970 a 1982.

Los gobiernos que hemos venido estudiando enfrentaron el descontento de la población por las crisis que estallaron en estos periodos. Para disminuir el descontento social pusieron en marcha una serie de medidas encaminadas a apoyar a la población de más bajos recursos; sin embargo, pese a estos esfuerzos la pobreza en nuestro país siguió aumentando. Además, la inefi ciencia, la corrupción y el clientelismo político que hubo en la entrega de estos apoyos no lograron mejorar la situación de los sectores más desprotegidos.

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